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Mostrando entradas de marzo, 2009

El precio de la integridad.

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Uno de los elementos más deliciosos de la Vida de Alejandro Magno de Plutarco son los breves interludios que el autor intercala en el hilo narrativo de los numerosos acontecimientos y anécdotas de la vida guerrera y colonizadora del gran general macedonio. La mayoría de estos paréntesis sintetizan en pequeños motivos y curiosidades la disposición, el temperamento, las tribulaciones..., en definitiva, la personalidad de algún personaje destacado de entre los compañeros de Alejandro en la larga expedición conquistadora que forjó milagrosamente uno de los más grandes imperios de la historia en poco más de una década. Frente a la magna y semidivina presencia de Alejandro, explícita o implícitamente vagabunda en todo el relato, todavía consiguen despuntar algunos personajes de su corte, a veces con tal porfía que incluso llegan a disputar descaradamente el protagonismo a su general. Es el caso del filósofo Calístenes, el paradigma definitivo del hombre arrogante y enemigo visceral de cualq

Sobre Walter Benjamin.

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En su ensayo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica Walter Benjamin argumenta que la obra de arte se produce según dos rasgos que la determinan como tal: su valor cultural y su valor expositivo. Entendemos el primero como el carácter de objeto de culto con el que se valora una obra artística en una cultura determinada, con un aura que le confiere una autenticidad que redunda, a su vez, en un valor de testimonio histórico y de persistencia material. Por su lado, el valor expositivo hace referencia al atractivo público que esa obra pueda tener y a su posibilidad de ofrecer rentabilidad económica dentro de la industria cultural. Según Benjamin, tanto la fotografía como el cine, y especialmente este último, han roto el equilibrio tradicional en favor de su valor expositivo y en detrimento del cultural que hasta la época contemporánea caracterizaba el carácter artístico de una producción. De esta forma, el cine tendrá un objetivo masivo que buscará, desde su misma prod

Una voluntad mitigada.

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Breve, fragmentario y de ritmo más manso que moroso, en consonancia con su sensibilidad, Las confesiones de un pequeño filósofo cierran la trilogía que Azorín inició con La voluntad , según gustan de clasificar todos o casi todos los críticos. Aunque más que una trilogía que viniera a consumarse perfectamente y a cerrarse en ella misma como un círculo, podría denominarse más acertadamente con el nombre de "metamorfosis", un extenso y novelado cambio de piel que venía gestándose desde algún tiempo anterior en el escritor (quizás antes, incluso, de sus años de anarquista juvenil) y que se aprecia notablemente en el cambio del nombre de pila (José Martínez Ruiz) por el seudónimo ( Azorín) , que resulta ser la manifestación superficial de una sensible transformación de su carácter y, con él, de toda su literatura posterior. En Las confesiones ... Azorín parece sentir, aún con dolor, lo que los miembros de la Generación del 98 llamaban, con la retórica inflada de la época, "e

Viatges i flors.

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-... en aquells anys el temps, es diu, no passa. Es diu, i jo crec que és cert. Encara no té l'infant una consciència clara de viure; es a dir, de consumir-se. I no s'assabenta de que les estones que experimenta, vulgars o emocionants, s'escolen inevitablement per tots els paranys secrets del temps... I tanmateix és l'edat en què la vida i el món se'ns ofereixen més generosament... - Vosté ha dit en alguna ocasió que va deixar de viure als 12 anys, i que té la certesa de que no ha canviat gens des d'aleshores... - Jo encara sóc una nena, ara conscient i experimentada, que té les mateixes passions i desitjos que aquella nena de Sant Gervasi, alegre, un xic introvertida, que vivia a la torre de l'avi Pere. Pot comptar: tinc les mateixes pors i aprensions. Sempre he cregut que la infantesa és un paradís perdut...Sovint em consolo en alguns records... - Creu, potser, que aquesta afició a recordar per a consolar-se li fa pendre consciència que, d'alguna maner

"La calumnia", de William Wyler.

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Desdes sus primeros años el cine siempre ha tratado el controvertido tema de la homosexualidad según la mentalidad y la afinidad que la sociedad de la época demandaba. Siendo el cine, en muchos casos, una acomodación progresiva del arte al temperamento y gusto del público, y en otros, justo lo contrario, podemos intuir qué grado de reputación o difamación gozaba el tabú de la homosexualidad en las dorada época de la mentalidad burguesa. Un ejemplo algo ilustrativo podría ser la película La calumnia de William Wyler, con Audrey Hepburn y Shirley McLaine como protagonistas. La película aborda el tormento por el que pasan dos maestras de una escuela de niños a raíz de un comentario que una alumna confía a su abuela y que no tarda en convertirse en un rumor que se difunde entre todos los padre de alumnos del colegio. Tal rumor, distorsionado maliciosamente por una chiquilla resentida, acusa a ambas profesoras de mantener relaciones amorosas, por lo que no tarda en verse seriamente cuestio

Larra, sombra sentimental.

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Hoy se cumplen 200 años del nacimiento de Mariano José de Larra. En el Madrid napoleónico de 1809, hijo de un bonapartista que huyó de España con el ejército francés en 1813, Larra llegó al mundo un año después de haberse iniciado la Guerra de Independencia, que puso sobre el tablero de la sociedad civil (que es siempre la que padece la locura conspirativa de los estrategas) la lucha sangrienta entre dos mentalidades que jamás llegaron a una reconciliación sincera, y que convirtieron el XIX español en la centuria más violenta desde el siglo XV. Larra es el primer escritor moderno de España, si entendemos por modernidad española la que se inicia históricamente en 1808 (al menos, según el criterio de Raymond Carr) y a partir del cual todas las tensiones sociales e ideológicas, que fueron embrionarias hasta entonces, estallarían sobre la quebradiza estructura de un país fundamentalmente anticuado, donde el poder de las nuevas ideas no se consolidará completamente y, en consecuencia, acaba

Obama, 2 meses.

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El pasado viernes se cumplieron dos meses de la investidura de Barack Obama como 44 presidente de los Estados Unidos de América. Después de los fastos que tuvieron lugar para recibirle en la Casa Blanca y el enorme entusiasmo que rodeó su elección, el nuevo presidente se puso a trabajar serena, pero enérgicamente. Consciente de la gran responsabilidad que cargaba sobre sus espaldas, no ya por convertirse de la noche al día en el primer líder mundial; sino por sentir desde las alturas las grandes expectativas que tantos americanos han depositado en él y en su equipo, Obama trata de evitar por todos los medios que la nefasta herencia de Bush Jr. continúe poniendo en riesgo la vitalidad socioeconómica de la que su país hace gala al menos desde 1945. Entre las primeras medidas de política interior a las que Obama ha dado atención preferente se cuentan el cierre de la prisión de Guantánamo, esa delación continua de falta de ejemplaridad en la defensa de los derechos humanos; y la estabiliza

Un apunte sobre Stendhal.

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El episodio XVIII de La cartuja de Parma es, en mi opinión, uno de los más encantadores de esta novela de Stendhal. En él el protagonista, Fabrizio del Dongo, que se encuentra preso en la Torre Farnesio a la espera de una posible condena de muerte por el asesinato de un cómico fanfarrón, apenas languidece de dolor por tan grave trance; y es que frente a su penal se encuentra la delicada estancia de su amada Clezia, llena de pájaros livianos en jaulas doradas. A ciertas horas del día, Clezia, la modesta y recatada hija del gobernador que ha llevado a del Dongo al cautiverio, se asoma a la ventana que da a la torre donde su amante secreto espera encontrarla cada día para deleitarse con su sola visión. Ella, tímida, se incomoda ante las miradas furtivas de Fabrizio unas veces; otras, su malestar nace de la certeza trágica de saber cercano el día en que su amado habrá de cumplir la sentencia del cruel y arbitrario príncipe de Parma, la ciudad que el espíritu de Fabrizio reconoce ahora tan

Baroja desde sus memorias.

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¿Qué es lo que anima a una persona, sea cual sea su popularidad, el grado y la extensión de su experiencia, o la calidad e interés de sus vivencias, a escribir en un momento dado la suma de todos sus recuerdos en una obra coherente bajo el genérico título de unas memorias? Tal vez será el impulso, humanamente comprensible, que en un momento contemplativo de su vida, después de haber agitado el caudal de todas sus vivencias, le ha llevado a reunir la fuerza de voluntad y la lucidez suficiente como para modelar un conjunto coherente a partir de esa amalgama selvática y enmarañada que es la memoria humana, decantando en diferente proporción y en lugares distintos las gracias que le ha concedido la vida por un lado; y al otro, el fardo más inclemente que traen consigo las desgracias, los desengaños y otra clase de sinsabores. El propósito es arduo y requiere una habilidad de prestidigitador entrenado tanto en el manejo armónico de elementos rescatados de lugares dispares, como el de resuci

D'optimismes.

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No descobrim pas el Mediterrani si diem que vivim en l'época de l'hedonisme, i que poques coses ens disgusten prou avui en dia que la tristesa, la melanconia i tot allò avesat a elles: neguit, frustració, pessimisme... Així doncs, no és rar que tot el contrari del que ens causa dolor i temença (plaer, goig, confiança, satisfacció...) sigui enlairat, de forma exagerada i amb una ansietat tan intensa com il.lusa, als més alts desitjos de la benedicció. L'optimisme és l'ingredient més preuat que hom cerca per definir i fermar la seva personalitat per tal d'acabar cuinant l'aliment terrestre més saborós, la nina dels ulls del més pregon dels nostres anhels, la felicitat. Qualsevol que no sigui massa despistat i tingui alguna noció de què és això que anomenem "vida" s'haurà plantejat alguna vegada si la felicitat existeix o no, si és un estat anecdòtic o una condició, un savoir vivre com diuen els francesos; o si en canvi és allò que ens atravessa sigi

"Causa del amor", Francisco Brines.

CAUSA DEL AMOR Cuando me han preguntado la causa de mi amor yo nunca he respondido: Ya conocéis su gran belleza. (Y aún es posible que existan rostros más hermosos.) Ni tampoco he descrito las cualidades ciertas de su espíritu que siempre me mostraba en sus costumbres, o en la disposición para el silencio o la sonrisa según lo demandara mi secreto. Eran cosas del alma, y nada dije de ella. (Y aún debiera añadir que he conocido almas superiores.) La verdad de mi amor ahora la sé: vencía su presencia la imperfección del hombre, pues es atroz pensar que no se corresponden en nosotros los cuerpos con las almas, y así ciegan los cuerpos la gracia del espíritu, su claridad, la dolorida flor de la experiencia, la bondad misma. Importantes sucesos que nunca descubrimos, o descubrimos tarde. Mienten los cuerpos, otras veces, un airoso calor, movida luz, honda frescura; y el daño nos descubre sus seca falsedad. La verdad de mi amor sabedla ahora: la materia y el soplo se unieron en su vida como

¿Quién anda por ahí?

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Un periodista veterano y una escritora consagrada han acordado una entrevista televisada. Él ha estado buscando esa charla durante meses para su programa de televisión; ella habrá encontrado unas horas libres para conversar con el hombre que le ha solicitado una invitación que a la escritora se le antoja amable. 1978 va consumiéndose. Han pasado varios años de la vida de la mujer que está colocándose el micrófono en la solapa de su camisa, y sobre la mesa que está al fondo del entrevistador y la entrevistada se reúnen varias de las obras de la escritora que han alcanzado una popularidad que jamás sospechó. La mayoría de esos libros son colecciones de narraciones y novelas. En la ficción que sostienen las palabras de esos volúmenes perduran vidas anónimas, situaciones rutinarias, almas que van gastándose, y diálogos, largos, breves, vulgares o significativos diálogos. En definitiva, párrafos como moles de palabras, palabras..., palabras que no se ha llevado el viento, que resisten con t

Los lobos.

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Esta mañana se ha inicado en Sänkt Pölten (Austria) el juicio contra Josef Fritzl, el hombre acusado de haber encerrado y violado a su hija durante 24 años. Los cargos a los que se enfrenta Fritzl son, entre otros, violación, asesinato y esclavitud. El número de aberraciones que esta persona colmó presuntamente sobre su hija durante tanto tiempo nos conmovió a todos hace una año. Desde entonces, para todos, Josef Fritzl es conocido con el sobrenombre de "el monstruo de Amstetten", la localidad austriaca que, para sorpresa de sus vecinos, albergaba en alguno de sus rincones un perfecto infierno gobernado clandestinamente por un abominable individuo, nada menos que todo un monstruo. Aún sin habernos recuperado de la escuela de crueldad de Fritzl, la prensa nos informa del asesinato diario de mujeres por esa fiebre inextinguible del crimen machista; de ex-alumnos armados que disparan contra cualquier blanco en los institutos de Estados Unidos o Alemania; de una trama siniestra d

Wilde, un cáliz apurado.

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La historia está cargada de numerosas y tremebundas muestras de una evidencia: la continua y agresiva actitud de la sociedad contra uno o varios de sus miembros en virtud de una pretendida superioridad moral. En ocasiones, la prepotencia social (recordando una expresión de Theodor W. Adorno) se ha puesto al servicio de la más depravada forma de conducta contra los espíritus libres, los avanzados a su tiempo o todos aquellos que, movidos por las más nobles motivaciones, han querido poner de manifiesto una serie de realidades que creyeron urgente transformar. La serie de víctimas es numerosa y forma parte de la tradición más infame de las civilizaciones; pero no por el conocimiento y la concienciación cada vez más acusada de los ciudadanos acerca de esta historia universal de injusticias, se hace menos imperioso sacar a la luz una constatación inquietante: la alianza, o más bien la subordinación, de la inteligencia a la sociedad que la educa, la adoctrina y acaba instrumentalizándola pe

El "Glosari" d'Eugeni d'Ors, o com bastir una llar.

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Calen pocs però efectius elements: un jove de vint-i-tres anys i escaig, però amb cap moblat i capaç de ser seduit; un espai acotat que calgui eixamplar; una il.lusió torbadora i una época ni inflacionista ni deflacionista en la que poder aprofitar la bonança per conrear una fe comuna. La resta d'elements participaran de la benaurança de la nova llar, ja sigui com a veïns mandrosos als que poder alliçonar o veïns exemplars en els que enmirallar-se. L'ú de gener de 1906 Eugeni d'Ors, batejat a si mateix com a Xènius , iniciava a "La Veu de Catalunya, el diari cabdal de la Lliga Regionalista, el que amb el pas del temps esdevindrà un dels itineraris més fascinants de la cultura catalana de principis del XX. Pare de la glosa periodística, d'Ors donà motlle cosmopolita al gènere de l'article literari a casa nostra, a partir d'uan cultura amplíssima, d'un esperit alhora local i universal, i d'una curiositat amatent als fenòmens més actuals i a la reflexi

Dispara Narciso.

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"¿Quién es Narciso?", dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. "¿Quién es Narciso? ¿Y tú me lo preguntas? Narciso...eres tú." Un blog es, en cierto sentido, un trabajo breve, ocasional, que requiere la voluntad del narcisismo hasta cierto punto. El hombre moderno, y aún más el "postmoderno", siente una necesidad invencible de neutralizar como le sea posible un relativo anonimato y erigir su ego a un estrado, tribuna o escenario para intentar consumir con todo provecho ese "minuto de gloria" que parece que merecemos todos. Erich Fromm hablaba de la necesidad de perdurar que siente el ateo frente al creyente, y la importacia que adquiere en él la fama. En este sentido, la egolatría, el culto al yo, la vanidad, y, acantonado en un extremo, el narcisismo, dominan nuestra época del mismo modo que antaño se veneraban otros valores. Pero, ¿qué es narcisismo? ¿Hasta qué punto Narciso reposa eterno en su condición de mito o se encarna esporádica

A mi sobrina Irene.

RUEDA QUE IRÁS MUY LEJOS Rueda que irás muy lejos. Ala que irás muy alto. Torre del día, niño. Alborear del pájaro. Niño: ala, rueda, torre. Pie. Pluma. Espuma. Rayo. Ser como nunca ser. Nunca serás en tanto. Eres mañana. Ven con todo de la mano. Eres mi ser que vuelve hacia su ser más claro. El universo eres que guía esperanzado. Pasión del movimiento, la tierra es tu caballo. Cabálgala, domínala, y brotará en su casco su piel de vida y muerte, de sombra y luz, piafando. Asciende. Rueda. Vuela, creador de alba y mayo. Galopa. Ven. Y colma el fondo de mis brazos. (Miguel Hernández)

Irene, eirene.

Irene llegó (no quería llegar) esta mañana al mundo del ruido y de furia en que habitamos con mayor o menor fortuna cada uno de nosotros. Algún filósofo antiguo, es decir, un aguafiestas como otro cualquiera, con voz afectada, casi de tiple a fuerza de quererla volver grave y solemne, dirá que aquél que empieza a vivir está también empezando a desvivir, y que su primera lección de vida irá unida a una tímida constatación de la muerte. Sea o no sea así, lo cierto es que esta niña reciente va cargada de por vida con un bellísimo nombre: Irene, "eirene" griega, paz. ¿Hay algo más radicalmente hermoso en este mundo que la paz? Quizás, me objetará alguien, la libertad o la esperanza; pero en ellas domina o amenaza el conflicto de alguna forma. La paz, sea en forma de beatitud, o de sosiego, o de concordia, es siempre sinónimo de seguridad y reconciliación. Así pues, Irene, cada vez que te acose algún tipo de preocupación, siéntate, céntrate y reflexiona sobre tu inquietud. Yo creo

Un retrato.

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Tengo estos días en mi escritorio un retrato humilde de un gran personaje. Este retrato no viene enmarcado ni tiene el espacio natural que requiere la representación artística de la fisonomía de una persona, porque forma parte de un sencillo y volandero punto de lectura de la Xarxa de Biblioteques Populars. Encabeza el retrato el nombre de la biblioteca municipal, y al pie del mismo se halla una cita del personaje por el que ya estamos inquiriendo: "Cultura - reza la cita- es todo lo que queda cuando se ha olvidado aquello que se ha aprendido." Aquél que no sea muy aficionado a esto de las máximas apenas habrá logrado descubrir al personaje que pudo reflexionar tan cabalmente; el que sí lo sea llegará a acotar todos sus posibles candidatos en torno a algún elemento clave de la cita, por ejemplo el mundo de la cultura. Alguno incluso conocerá la sentencia, pero todavía bailarán en su cabeza todo un ejército de parejas hipotéticas. Sigamos, pues, desbrozando esta minúsculo bosq