El niño paraguas
Tomy se despertó al escuchar el despertador con forma de soldado que tenía en la mesita. Era una de aquellas mañanas del lunes en que más le costaba levantarse de la cama. Solo de pensar lo que le esperaba aquel día, le entraban ganas de volver a cerrar los ojos y quedarse todo el día durmiendo. Lo primero que notó al despertar era que estaba mojado. No lo podía creer: él no se hacía ya pipí en la cama como Carlitos, su hermano. Luego escuchó un trueno que llegaba de fuera. Para colmo, aquella mañana estaba lloviendo como nunca. Una razón más para volver a apagar la luz, tumbarse y quedarse bajo la manta. Pero no había pensado en nada que pudiera librarle de ir al cole: ni le dolía la garganta ni la barriga ni sabía hacerse el enfermo como Pili, cuando no quería ir a hacer los recados que le mandaba su madre. Así que intentó levantarse, ir al lavabo y hacer pis; a lo mejor entonces se le ocurría una idea mejor para saltarse las clases. Tomy encendió la luz del baño y se miró e