Las peras del olmo (tres microrrelatos)
1.Un día cualquiera, paseando por su jardín, el viejo sabio comprueba que, finalmente, hay peras en el olmo. Convencido de que ya lo ha visto todo, cava una fosa y se lanza al reposo eterno. Mas la tierra lo rechaza, ya no admite más muertos. Entonces piensa dónde admitirán a un sabio muerto. La muerte no cotiza alta estos años y la especulación ha puesto el suelo por las nubes. Para colmo, la sabiduría experimenta una feroz bajada de precio y hay superpoblación de sabios. Viendo que todo está lleno, intenta guarecerse en el vacío. Colgado de su olmo, el viejo sabio muerto, trata de vaciarse: pasa sed, pasa hambre, pierde tiempo hasta llegar al estado catatónico del nirvana. Cuando abraza la nada absoluta, se siente cada vez más pesado e incluso frutal, hasta tal punto que cae del olmo y rebota contra una venerable testa: — ¡Lo que faltaba!—dice sir Isaac Newton. 2.Un día cualquiera, paseando por las calles de su ci