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Mostrando entradas de octubre, 2010

Retrato del artista hacia 1900

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Con demasiada frecuencia, y acaso sea ésa su fe de vida, el escritor ha apostado todo su esfuerzo y el poco o mucho talento que lo ampare a estimular todas las tensiones de su experiencia en pos de la creación de un todo que, sin ser tanto una solución a tales conflictos, fuera al menos testimonio de una lucha fecunda. De este modo, el Arte, enseñoreado, habría ganado nuevas tierras al mar indomeñable de la vida, elevada sobre lo instintivo, frente al afán integral y problemático del artista, al que poco le basta para hundirse en la cavilación, pasar luego a la extrañeza y acabar en el más insospechado punto de partida. La reflexión en torno al ser y hacer del artista es antigua; lo que quizás la remoza en cada época sea el grado de tirantez que se da en ese tándem elástico y controvertido que forman el Arte y la Vida. La literatura del siglo XIX, es decir, la transida y asombrada siempre por el Romanticismo, abunda en las máscaras infinitas del artista y en su existencia como tal. La

El primer frío

EL PRIMER FRÍO I Amo la piedra que lava la lluvia, su repentina dicha, y esa constatación siempre ignorada del viraje manso de la alegría. Lo que antes aguardaba ovillado ya traspuso el portal franco de nuestra carne, y es tan claro a los ojos -dorso dorado tras la insolación-, tan celoso su sello de costumbre que nos prende aún agraces como fardo temprano de la niebla. ¿Adónde iremos, trémulos de luz, a celebrar este primer asombro? Gallardetes izados en la tarde tendrá que nivelar el corazón a la par que el crepúsculo, y, remoto, un minueto plegará en cuatro tiempos la bandera abrasada. Mientras, en el hogar, otra hermandad gemela y extranjera templará nuestros juegos quemando leños verdes y hojarasca. II Quiero creer que es flor de amanecida la que hoy sale a mi encuentro, irreconocible y sin tomar nombre, con destino de olvido y de comienzo. Como el primer momento cuando fue la ternura juego de luz que se colma en la sima dándose hasta la fuga sin aldaba, infinita y sin asiento. Ma