El poeta (y 5)
Querido Vlado, Recibí esta mañana tu telegrama de felicitación desde Zagreb y me causó una emocionada sorpresa. Siempre es gratificante recibir una cordial felicitación de un viejo amigo, doblemente viejo, bien a mi pesar, pues hace demasiado tiempo que no me reconfortan tus buenas noticias ni siento como propias tus contrariedades. A pesar de tal circunstancia, quiero pensar que Maja y los niños se encuentran bien, y que todo ello redunda en tu dicha. Intuyo que la nueva que me ha traído a París la has conocido a través de los periódicos, del mismo modo que tu vida política se entromete muchas mañanas en mis desayunos. Ya sabes el pudor que me causan todos estos parabienes y la atención que de vez en cuando me dedican los periodistas. Sin ir más lejos, hace unas horas he concedido una entrevista a una muchacha para un conocido medio francés, y es posible que a estas horas mis palabras y palabrotas estén siendo calcadas por el ritmo frenético de la imprenta. Me río de este inesperado