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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Pereza

Son las cuatro de la tarde de un tórrido día de julio en una pequeña finca en medio del campo. Apenas se mueve el aire ni se ve criatura alguna. Solo un coro de cigarras cantoras parece intuir lo que se cierne. En este marco incomparable, vamos a presenciar en escasos minutos un acontecimiento que va a dejar huella en la memoria de generaciones venideras. Pero no nos demoremos más y acerquémonos al rincón elegido para la hazaña. A las cuatro y tres ha sonado el despertador que avisa a nuestro hombre del final de la siesta. Nuestro hombre no tiene prisa y decide alargar una hora el sueño- quien dice una hora, dice dos. Cuando al fin, mascullando gruñidos, decide incorporarse, se inclina sobre la mesilla de noche sobre la que sigue sonando el despertador y, en un aciago giro de la fortuna, pierde estabilidad, resbala de la cama y va a parar al suelo. Nuestro hombre no se humilla: sabe que las contrariedades son habituales entre los elegidos para altas empresas. Así que no se da po

La madre de Hitler

La primera vez que supe que Adi sería artista fue cuando palpó mi cabeza con sus torpes manos infantiles. Sucedió en una de tantas ocasiones en que mi hijo gustaba de hundir su cara en mi regazo después de la paliza diaria con la que el padre nos saludaba cada noche al volver del trabajo. Yo siempre buscaba refugio en el porche mientras fingía zurcir  o perdía la mirada en el horizonte indefinido sobre el que apenas titilaban unas estrellas. Sabía que allí Alois me guardaría mayor respeto que si me encontraba en el interior de la casa mientras preparaba la cena o avivaba las brasas de aquel hogar que había visto morir cuatro retoños. Adi, en cambio, siempre se quedaba en el salón como muestra de dignidad. Al llegar de la escuela me besaba tiernamente, tomaba el vaso de leche que yo le había dejado en el escritorio y abría el voluminoso tomo de mitología germánica del que muchas tardes nos leía a viva voz las proezas de Odín, las maravillas del Valhalla o los terrores que suc

El regalo

De hoy no podía pasar. Mañana sería domingo y no encontraría ninguna tienda abierta. Además, había sido invitada temprano al almuerzo de la fiesta de cumpleaños de Eva; apenas tendría tiempo entonces para salir a la búsqueda de algún detalle y detestaba las prisas por lo que era indispensable llegar esta noche a casa con el regalo. Decidió ser práctica y acudir a unos grandes almacenes. Allí encontraría tiendas de todo tipo en un solo recinto y evitaría perder excesivo tiempo paseando por las calles del centro de la ciudad. Tenía solo unas horas por delante y apenas acertaba a imaginar el regalo ideal para Eva. Se sorprendía de esta circunstancia, pues ambas eran amigas desde hacia diez años y se conocían como hermanas. Sin embargo, habían cambiado muchas cosas en el ultimo año: el matrimonio de Eva con un rico ejecutivo, su nuevo y mejor empleo y la herencia de última hora que recibió de una tía lejana habían convertido a la vieja amiga en una nueva mujer. Debía ser, pues, escrupul