La Fiesta (5)
(...)Tuve la suerte de conocer a la gran Tania cuando había logrado uno de los hitos de su vida. Lo primero que me llamó la atención cuando la cité en un pequeño teatro donde ensayaba, era su campechanía. Su apariencia era de una gran normalidad, en La Fiesta donde la apariencia de cada cual, su imagen, también era una cuestión de disciplina y entrega. Ella, sin embargo, hubiera podido pasar por una extranjera: corte de pelo, vestido, incluso una melladura en los dientes y una raya en el pelo le daban una apariencia que fuera de allí sería ordinaria, pero en LF incluso era rebelde, entre tanto postureo. Apenas llevaba un año en La Fiesta y ya había aprovechado con envidiable provecho todos sus contactos. Entre los novicios era usual que el régimen de adaptación se basara en grupos de trabajo de unas cinco personas, siempre dentro del límite de siete días. Ella me contaba que tuvo la fortuna de encontrar en su primer grupo grandes aficionados a la música; ella estaba verde en tod