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Mostrando entradas de mayo, 2020

Últimas notas del diario

-¿Así que fuiste a la escuela Linus Bachmann? -Sí-respondí sin mayores detalles. Estaba en la pequeña oficina de la Grüne Polizei, en algún rincón del oeste de Amsterdam. El escritorio no era nada ostentoso: una Underwood que solo recogía el polvo, un pisapapeles metálico, una lamparita con la pantalla de cristal verde, un cenicero con dos cigarrillos apagados y una pitillera de cuero. Bajo el escritorio había una cesta llena de botellines de cerveza vacíos. A mi derecha estaba la única ventana de la habitación, que daba a un patio interior. Desde allí se veía la fachada de ladrillos del edificio vecino atravesada por una tubería metálica. Recuerdo que al verla sentí crecer la sed. El señor Silberbauer volvió a aparecer en la salita. Encendió el ventilador. -¿Quieres ir al baño?-preguntó señalando la puerta que había cerrado. -No, gracias-contesté, esta vez con más aplomo. Se había remangado antes de llenar el vaso de agua que supuestamente era para mí. Tragué saliva al mismo tie

La terraza

La terraza es amplia y da a la bahía de Nueva York. Desde todas las habitaciones, él podía observar cada día el perfil de la isla de Ellis y la estatua de la Libertad recortada entre la niebla. A la izquierda, más despejado, se divisa el puente de Brooklyn y, en primer plano, las azoteas acristaladas de Wall Street. Qué maravilla. Desde cualquier habitación, aquella vastedad acuática flanqueada de colosos, tan silenciosa tras los cristales aislados, debía recordarle el cielo. Por la mañana, mientras se preparaba un ristretto , se dejaría hechizar por las vistas. Desde el taburete de la barra americana, prevería el daño que las columnas de nubes iban a dejar en una horas sobre Manhattan sin necesidad de parte meteorológico. La porción de terraza que da a la cocina es más pequeña, pero yo firmaría ahora mismo por este rincón umbrío que tan bien protege los numerosos ficus y begonias. Después de apurar el café, sin dejar de mirar la panorámica, anotaría mentalmente la tarea de poda

Playback

A finales de lo ochenta yo vivía con apuros económicos, pero con la satisfacción de saber que trabajaba en lo que más me gustaba. Era cantante y formaba parte del equipo vocal de Aura Tello, la voz revelación de la temporada, la única intérprete que renegaba del playback, entonces tan en auge entre artistas declinantes. Había una compenetración perfecta entre la Tello y su equipo: nuestras voces sonaban al unísono y creaban una atmósfera de potencia vocal inaudita en nuestro país.  Yo seguía acumulando deudas que iba saldando con ayuda de mis hermanos, mucho más precavidos que yo. Además,mi ex marido se negaba a abonar la manutención de nuestra hija y me costó un pleito. Me vi tan ahogada que apunto estuve de dejar el mundo de la farándula y dedicarme a alguna de aquellas ocupaciones que mis padres juzgaban sensatas.  Una noche de algun dia entre semana, Aura Tello nos reunió a todos en su apartamento. A primera vista, no apreciamos nada distinto en su rostro, fino y terso aun