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Mostrando entradas de octubre, 2020

La Fiesta (y 10)

 Son imágenes icónicas, no sé cuántas veces las habré visto, estudiado, comentado. En sí no son más que vulgares instantáneas de un día de recreo en la playa, bañistas que sonríen a la cámara, chapuzones a las orillas, picardías, bromas y poco más. Pero la doctora Tillman nos aconsejaba la semiótica del contexto, cargar cada documento de su significado, decía con esas palabras que hoy me parecen pedantería académica de antaño. Recuerdo que no obtuve la máxima calificación debido a algunos detalles de contexto. Pero hoy entiendo las reacciones de aquellas gentes ante lo que sobreviene en ese vídeo de una forma más cabal, más desprejuiciada. He aprendido a comprender La Fiesta porque me he acercado a ella ya sin mirada extranjera. Cuando vuelvo a mirar aquel video se me parte el corazón, y eso significa que buen cariño y afecto he acabado por sentir por algo que ni siquiera viví de lleno. Pero cuando uno se acerca a documentos que presagian una calamidad no puede sino apiadarse de todos

La Fiesta (9)

 Culler volvió a correr la cortina y, con cierta estúpida prevención, miró a su alrededor. Abrió el archivo con codicia de niño. Un  video junto a un documento de cinco páginas y unas instrucciones. Mientras veía el video, el Jefe volvió a rememorar los días en que su padre era ministro de sanidad. ¿Qué lugar ocupaba Cuesta entonces? Un leguleyo en el ministerio, el jefe de prensa, en Cuesta estaba la llave para dominar la versión desfavorable de aquella crisis que se abatía sobre el gobierno. Le salió el tiro por la culata después de ordenar la censura sobre el contenido de un tabloide, que acusaba al ministro de medidas eugenésicas en contra de los ancianos. Qué ironía, el gordo empezaba a coger carrerilla mientras naufragaba el barco. No se lo contó pero se lo imaginaba: una agria discusión en el ministerio, el ministro ya no se llevaba bien ni con sus asesores, a su padre le gustó poco aquel gesto de Cuesta. Cortó por lo sano, se fue él para no tener que echarlo. Desde entonces nin