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Mostrando entradas de abril, 2011

Sonetos a la música (5)

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LA AURORA La Aurora atrona y porfía en las fosas, se alza y arrasa grillos y confines. El nuevo día se aventa en los clarines y nieva cisnes que bruñen las losas. La selva, de tan tupida, rebosa, tiende lianas con desmán de violines. Acecha el trombón con ojos de Odines la suprema voluntad de la rosa. Un concierto espumoso orla a los muertos con destino de viento ya cristales bogando un mar de túmulos sin puertos. Qué afán de cuerdas por ser celestiales, qué ofrenda sonora en pechos abiertos sobre el ara con fulgor de ideales.

El poema, José Ángel Valente

Si no creamos un objeto metálico de dura luz, de púas aceradas, de crueles aristas, donde el que va a vendernos, a entregarnos, de pronto reconozca o presencie metódica su muerte, cúando podremos poseer la tierra. Si no depositamos a mitad del vacío un objeto incruento capaz de percutir en la noche terrible como un pecho sin término, si en el centro no está invulnerable el odio, tentacular, enorme, no visible, cuándo podremos poseer la tierra. Y si no está el amor petrificado y el residuo del fuego no pudiera hacerlo arder, correr desde sí mismo, como semen o lava, para arrasar el mundo, para entrar como un río de vengativa luz por las puertas vedadas, cuándo podremos poseer la tierra. Si no creamos un objeto duro, resistente a la vista, odioso al tacto, incómodo al oficio del injusto, interpuesto entre el llanto y la palabra, entre el brazo del ángel y el cuerpo de la víctima, entre el hombre y su rostro, entre el nombre de dios y su vacío, entre el filo y la espada, entre la muerte y