Playback

A finales de lo ochenta yo vivía con apuros económicos, pero con la satisfacción de saber que trabajaba en lo que más me gustaba. Era cantante y formaba parte del equipo vocal de Aura Tello, la voz revelación de la temporada, la única intérprete que renegaba del playback, entonces tan en auge entre artistas declinantes. Había una compenetración perfecta entre la Tello y su equipo: nuestras voces sonaban al unísono y creaban una atmósfera de potencia vocal inaudita en nuestro país. 
Yo seguía acumulando deudas que iba saldando con ayuda de mis hermanos, mucho más precavidos que yo. Además,mi ex marido se negaba a abonar la manutención de nuestra hija y me costó un pleito. Me vi tan ahogada que apunto estuve de dejar el mundo de la farándula y dedicarme a alguna de aquellas ocupaciones que mis padres juzgaban sensatas. 
Una noche de algun dia entre semana, Aura Tello nos reunió a todos en su apartamento. A primera vista, no apreciamos nada distinto en su rostro, fino y terso aun sin maquillaje, ni en, su cuerpo, envidiable enfundado en unos vaqueros desgastados. Pero al intentar articular las primeras palabras, nos asaltó el  diagnóstico: Aura Tello habia perdido la voz debido a una afección de ganglios. La noticia nos sorprendió a todos, pero,  recuerdo que no me costó encajarla. Aura me rogó que me quedara con ella aquella noche. Nada más cerrarse la puerta, la Tello me dio un abrazo fortísimo, poco usual en ella, tan altiva e inaccesible. Luego no cesaba de llamarme hermana, palabra que confirmó todas mis ilusiones y que en adelante me recordaría cada vez que flaqueara.
Los asesores de Aura decidieron no informar a la prensa del asunto por el momento. Pero la Tello se resistía a dejar los escenarios y a cancelar la gira que iba a impulsarle a la consagración. Sentía que su energía no había hecho más que fluir y que un parón súbito solo la llevaría a la depresión. Entonces, Aura abrió la puerta del estudio de grabación para mostrar la sorpresa que tenía preparada. Con los cascos puestos y sabiendo que aquella era la actuación más decisiva de mi vida, empecé a cantar con mi mejor registro. Los asesores no pudieron distinguir en un primer momento si aquello era mi voz o un burdo playback. Hasta que me acerque a uno de ellos y le dediqué unos gorgoritos al oído.
Logramos acabar la gira y cumplir con todas las actuaciones previstas de la temporada. Aura había perdido la voz, pero detrás de ella, a medio camino entre el escenario iluminado y las oscuras bambalinas, yo, su hermana, le prestaba mi voz. En cada espectáculo el truco iba perfeccionándose. En algunos momentos, el entusiasmo era tan intenso, que me atrevía a salirme de la canción y anirmar espontáneamente al público como lo hacía Aura en los momentos de euforia. La joven estrella, liberada del esfuerzo vocal, se sentía con energía para emprender lo que se proponía y decidió encadenar actuaciones. Yo me sorprendía de mi rendimiento excesivo, y de como mi voz, lejos de resentirse por el trabajo extraordinario, iba cobrando vigor. 
Una mañana, mientras acababa de leer la factura con los honorarios del juicio que me reclamaba mi ex, recibí una llamada de Aura. Me exigió que me presentara en una horas en el teatro Alfil para una actuación improvisada. A pesar de que era mi día libre, decidí salir y tomar un taxi. Al pasar frente al Teatro Alfil, el coche se detuvo. Poco antes de descender, apreté los labios y reuní valor. Ordené al taxista que emprendiera la marcha. 
Llegué a los estudios de Luz TV y logré concertar una entrevista en el momento. Al cabo de dos horas, en el magazine de la tarde, dio comienzo mi carrera solista. Me bastaron dos canciones en directo y un poco de patetismo para dar a conocer el fraude de Aura Tello y presentarme como su sustituta. Mi primer disco no tardó en salir. También logré unos bolos de verano que debían ser la antesala de mi primera gira nacional. 
  Los primeros meses tras mi confesión, Aura Tello desapareció. Yo intentaba trabajar sin descanso para darme a conocer y empezar a formar mi público. Ademas, si se prolongaba su ausencia, la propia Aura me ayudaria en mi afán de hundirla en el olvido. Los primeros conciertos y actuaciones televisivas reunieron una audiencia apreciable, curiosa de ver calcada en otra cantante la voz y el timbre de la Tello. Concluí mis actuaciones veraniegas con relativo éxito y mis managers decidieron relanzar el disco con nuevos temas para dar un inicio excitante a mi gira de debut. 
Poco antes de Navidad circulaba por Internet un video que se hizo viral. En él se veía a Aura Tello cantando para un público reducido. La iluminación y el precario sonido del video realzaban el ambiente íntimo e improvisado de aquella actuación. La Tello estaba sentada sin moverse y su denso flequillo ocultaba sus ojos. Hubo un momento en que un falso movimiento de labios descubrió que cantaba en playback. Me sonreí piadosamente ante aquella escena de derrota. Al día siguiente desayuné con aquellas imágenes publicadas en los principales digitales del país. En las dos semanas del periodo navideño, Aura Tello acaparó toda la atención del mundo musical. En foros y redes sociales, sus antiguos admiradores, ahora parte de mi público, reclamaban su vuelta a los escenarios.
Tras las fiestas, recibí una llamada de mi mánager. Juanjo me aconsejaba cautela y cancelar mis actuaciones hasta que hubiera pasado la inusitada reacción.  Después de ver que la fiebre por Aura Tello solo se acrecentaba, me puse a organizar mis actuaciones por mi cuenta, temerosa de perder lo conseguido. Pero la Tello apareció y no tardó en estar en cada lugar, a toda hora, con todo el mundo. Lucía una nueva imagen, mucho más madura y segura, pero siempre cantando en playback. Me consolaba pensando que aquel fraude tenía las horas contadas y recuperaría mi lugar en poco tiempo. Pero la imagen sucesiva de mis actuaciones era mediocre y pronto perdí parte de mi capital en una gira ruinosa.  Por su lado, Aura Tello deslumbraba cada vez más: sus estilismos y coreografías, sus sinceras confesiones sobre su enfermedad y un calculado misterio la colocaron de nuevo entre las estrellas más carismáticas. Ni la potencia de mi voz, ni la calidad de mis actuaciones en vivo pudieron desbancar aquella cantante de playback.
 Al cabo de unos meses, ni la Tello se acordaba de mí, la hermana, que me había ocultado en una de tantas oscuras ocupaciones que mis padres consideraban sensatas.

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