Poemillas antiguos

Estos poemas fueron escritos en agosto de 2004 al calor de la lectura del Cántico de Jorge Guillén. Creo que en ellos quisieron unirse en su día la emoción del lector ante los poemas de un gran escritor y las limitaciones y vanidad propias de quien lo imita. Lo uno y lo otro justifican que quiera recuperarlos hoy para este blog.




PALMERA


La palma verde claro

se comba de alegría;

la palma verde oscuro

se aquieta gravemente.

Y ambas, ramo de hermanas,

fulgen en su aire, peine

espigado de sol,

almas de bailarinas

en que el ritmo maestro
inclina en reverencias

o yerge en esperanzas

el tamiz de su luz.



CHOPO


En la cumbre del chopo,

luz de puntal, el cielo.

¿Qué tiembla, qué se orea,

el verde o el azul?

¿Qué tela pone en broche

un retal vegetal

hilando en su vestido

la luz del mediodía?

No crece la raíz

del desnudo hermoso:

puebla de amor su espacio

con el curso del viento.

Pues no es ambición

de rodeo al vuelo

el afán que le yergue;

sino declaración

neta de comunión.



GRANADO. NOCHE


Árbol que tiende brazos

sobre el aire sin lindes

es árbol liberado.

La noche no le ofusca:

de raíz lo ennoblece.

Y al volante primor

de las hojas se dora.

La granazón de ramas

se agrupa y pende joyas

de alguna Semiramis:

¡el trueque es maravilla!

Y el peso comba en ráfaga

de cascada sin suelo

los frutos aguardando

mis manos codiciosas.

Cúspide y ya su esquina,

rodeos sin maraña:

honda copa con ojos

de abejillas rosadas.



PATIO


Cerrado. Allá, verde

del jardín que le cerca,

en un margen que es blanco

deja su libertad

combarse en las cortinas.

Al sueño de un olvido

en que el tiempo no colma

su pródigo bagaje

-sarta de horas en vilo-,

las sillas agrupadas,

la mesa en gravedad

al rescate tardío

de un día de recreo

parecen añorar,

nostalgia de abandono,

la beatitud de un claustro.



OCASO DE AGOSTO


Que no se cierre en noche:

todo pide más vida.

Sobre el mundo, sazón

de alegría rutila

comunicando voces

de nuestra propia voz:

el cosmos nos arrulla.

Aún la espuma rosa

del horizonte da

el día generoso

en luz que no claudica.

Nada quiere morir

si el cenit pide alas

para bogar el cielo.

Y el paseante crece

sintiendo el culmen de árbol,

su ágil vuelo de amor

que remonta su angustia

desde el suelo a la luz.





Comentarios

Entradas populares de este blog

La Fiesta (y 10)

La Fiesta (9)

La Fiesta (8)