Cosmética. Farsa en seis escenas (1)

Personajes. EL ADUANERO, LA ACTRIZ, LA CRIADA.



Escenario. Cuarto de baño. Lavabo con espejo a la izquierda. Toallero. Mitad derecha, lavapiés con banqueta; váter, escobilla y papel higiénico. En el extremo, bañera con cortinas.





Escena uno.



Al encenderse las luces, que iluminan el lavabo y el espejo, se ve a LA CRIADA frente al espejo. Está vestida con bata doméstica y zapatillas. Se oyen anuncios de llegadas y salidas de vuelos.



LA CRIADA: (Con gestos guiñolescos) Por lo tanto, queridos socios, estimaremos que el nivel de crecimiento de nuestros beneficios para el ejercicio en curso arroja un saldo preocupante que nos obliga a mantenernos al acecho del lobito. Máxime cuando parte de la merienda de nuestras empresas empieza a decrecer por efecto de la hiperinflación generalizada de gramíneas en el bosque que, finalmente, ha provocado que el cazador lustre su escopeta gravando la importación de miel, leche y aceite de ricino. Ante tales provocaciones, ¿cómo podemos actuar contra la política de aranceles de la casa de la abuelita? ¿Cómo estar prevenidos contra tales desacatos? (Se oye un ruido atronador de avión aterrizando que hace que parte de la alocución de LA CRIADA sea inaudible, por lo que se exagerarán los gestos y aspavientos del personaje)...y conservar todo nuestro crédito para seguir captando clientes contra las pretensiones feroces del lobo. Cuestiones todas ellas que merecen nuestra reflexión y la de todas las criaturillas del bosque y que espero seremos capaces de resolver en la próxima junta de accionistas. Muchas gracias.



Escena dos.



(Se apaga la luz. Se oye una voz anunciando la llegada de un vuelo. Pausa. Al encenderse las luces se ve a LA ACTRIZ y EL ADUANERO. LA ACTRIZ viste sobriamente como si quisiera ocultar su juventud y belleza, y lleva una maleta en la mano. EL ADUANERO viste de uniforme profesional y con la camisa remangada. Entran ambos por Foro izquierdo. Al pasar por el espejo, EL ADUANERO se detiene y se mira en él)



EL ADUANERO:(Frente al espejo) No se preocupe, señorita, serán unas formalidades sin mucha importancia, pero que llevarán algún tiempo.



LA ACTRIZ: ¿Cuánto tiempo?



EL ADUANERO: Pseeee...Una hora, un año, toda una vida..., ya sabe usted como son estas cosas...



LA ACTRIZ: Desde luego.



EL ADUANERO: Entonces, ¿está dispuesta a colaborar?



LA ACTRIZ: (Señalando el váter) ¿Le importa?



EL ADUANERO: En absoluto. (Caballeroso) ¿Me hace el favor? (Le coge la maleta. Al disponerse a colocarla a un lado de la escena izquierda, se vuelve a detener frente al espejo) No ha de temer nada, sabe? Comprendo que el primer secuestro en el baño de un aeropuerto puede provocar amago de infarto en un primer momento. Pero no le dé importancia...



LA ACTRIZ: No le daré importancia...



EL ADUANERO: (Sin dejar de mirarse en el espejo) Y comprenda que este minúsculo pero entrañable país no permite alojar a los detenidos en barracones...



LA ACTRIZ:(Asustada) ¿Detenidos?



EL ADUANERO: Oh disculpe, disculpe... Quería decir criminales.



LA ACTRIZ: (Aliviada) Me quita un peso de encima...



EL ADUANERO: (Que deja la maleta en el extremo izquierdo de la escena, y se dispone a abrirla) Decía que los criminales merecen anchas jaulas en palacios de ensueño y marfil en este país, según el último plan de infraestructuras de nuestras señorías.



LA ACRIZ: Comprendo.



EL ADUANERO: Y usted sabrá que el primer y más urgente compromiso de un aduanero, después de desayunarse, es velar por la higiene y costumbres de su país.



LA ACTRIZ: Heroica cosa.



EL ADUANERO: (Asombrado ante el contenido que observa en la maleta) Y uno ve tantas cosas cada día (Cierra la maleta de un golpe brusco) Y ha de ser a la vez tan displicente como tolerante...



LA ACTRIZ: Tanta azúcar como café.



EL ADUANERO: Tan cordial como prevenido.



LA ACTRIZ: Con sal y vinagre de Módena, si no es mucho pedir.



EL ADUANERO: (De nuevo frente al espejo) Que teme que cualquier día, sin comerlo ni beberlo...



LA ACTRIZ: (Entusiasmada) ¡Deliciosoooo!



EL ADUANERO:(Algo angustiado, se resigue las entradas de su cabello)...crucen nuestras fronteras los indeseables...



LA ACTRIZ: (Dubitativa)Estoy entre los mazapanes y el helado de apio.



EL ADUANERO:(Haciendo el ademán de sacarse una espinilla)y la perversidad de los ideales disolventes...



LA ACTRIZ:Y ,ya que estamos, una copita de ojén...



EL ADUANERO:(Palpándose las bolsas de los ojos) y la falta de disciplina y del orden debido...



LA ACTRIZ:... y sal de frutas para la digestión. Gracias.



EL ADUANERO: (Se mira los dientes)...que acabe con la paz y armonía que merecen mis compatriotas. (Breve pausa. Se oye ruido de agua que llega desde la ducha de la bañera) Perdone... (Abre el grifo del lavabo y empieza a lavarse la cara con súbita energía) Mejor?



LA ACTRIZ: De fábula.



EL ADUANERO: (Toma la maleta. La inspecciona detenidamente) Usted no sabe lo que es capaz de meterse en un maletín como éste, señorita...



LA ACTRIZ: Yo siempre procuro llevar dos mudas y unas bayonetas.



EL ADUANERO: (Desafiante) Si no la conociera, diría que trata de engañarme.



LA ACTRIZ: No le conozco.



EL ADUNAERO: (Azorado por su reproche)Oh perdone la arrogancia. En ese caso trataré de confiar ciegamente en usted. (Deja la maleta donde estaba. Vuelve a dirigirse al espejo) Cuénteme, señorita, ¿cuáles son los principales motivos de su visita?



LA ACTRIZ: (Tímida) Pues verá...



EL ADUANERO: Veo.



LA ACTRIZ: Mañana recibiré un homenaje multitudinario a toda mi carrera por parte de sus amables convecinos.



EL ADUANERO: (Suspicaz) ¡Diablos, no me habían informado de tal extremo!



LA ACTRIZ: Es normal, en un país tan enorme las noticias se ahogan de frío.



El ADUANERO: Pero trato de mantenerme templado y desinformado.



LA ACTRIZ: Verá (Con fingida modestia) Es que será un homenaje muy muy discreto, de una gran brevedad y sencillez. Entre usted y yo (En voz baja), es un secreto!



EL ADUANERO: (En voz baja) No lo diga tan bajo que se enterarán las polillas! (Breve pausa) Mmm, y a qué hora tendrá lugar el homenaje?



LA ACTRIZ: A las doce, justo después de la romería y segundos antes de la inauguración del nuevo reactor nuclear.



EL ADUANERO: ¡Miente! Segundos antes de la inauguración del nuevo reactor nuclear se celebrará la demolición del antiguo, inaugurado hace apenas tres minutos.



LA ACTRIZ: Confío en que no nos dilataremos en exceso y podremos presenciar el nacimiento y ruina del recién nacido.



(Se oye de nuevo un ruido de agua cayendo de la ducha)



EL ADUANERO: (Azorado) ¡Disculpe! (Abre de nuevo el grifo del lavabo y empieza a lavarse la cara, los antebrazos y el cuello con energía. Empieza a gritar) ¡Están por todas partes, nos acosan a todas horas, llamen a consultas a todos los plenipotenciarios, agregados y numerarios!(Se seca la cara con una toalla que lleva al cuello. Cesa el ruido de agua) Salvación, fue por poco esta vez!(Recuperándose) ¡Heme aquí de nuevo!(Galante) ¿Qué le parezco?



LA ACTRIZ: Demasiado usted, pero no se ofenda, ya me conoce...



EL ADUANERO: Higiene y ejercicio, señorita. Yo me aseo ciento seis veces al día cuando graniza; otras cientosiete me limpio las uñas, excepto en Pentecostés; empleo dieciséis treceavas partes de mi jornada de brazos caídos en el esmero de mi boca y procuro revisarme el afeitado antes de que cante el búho.



LA ACTRIZ: ¡Asombroso!



EL ADUANERO: (Resuelto) No hay que dar tregua al tiempo sobre nosotros. A la que apunta el vello rebelde sobre el cutis pongo en alerta a la primera guarnición de motosierras. Combato la dilatación de las venas con radicales libres y no dejo que se neutralice el frescor del flúor en mis dientes.



LA ACTRIZ: Hermosa labor de marquetería la suya!





Escena tres.



(Por el foro izquierdo entra LA CRIADA vestida con albornoz blanco bajo el que lleva un traje de baño. El contraste entre la apariencia, pretendidamente joven, y la edad avanzada del personaje crearán un efecto hilarante y grotesco. Va fregando el suelo con una fregona)



LA ACTRIZ: Si no le importa, quisiera saber cuánto tiempo me va a tener encerrada usted a pan y agua, a cal y canto, de sol a sol, en este baño alicatado y alicaído. He de confirmar que he llegado sana y salva, acosada e injuriada, a este país.



EL ADUANERO: (Que la mira de arriba a abajo exageradamente) Se refiere usted al homenaje multitudinario que mis amables compatriotas le van a tributar?



LA ACTRIZ: Con su permiso y si el tiempo lo permite.



EL ADUANERO:(Desafiante) Dígame, ¿cree merecer semejante homenaje, tales pompas? Le advierto que no sirven caramelo en el flan de los postres.



LA ACTRIZ: (Se descalza y ofrece su pie a EL ADUANERO, que toma asiento en la banqueta del lavapiés) Observe este apéndice ornitológico, cotéjelo, divíselo y dígame con sinceridad y alevosía si semejante injerto merece hollar la santa tierra de su patria.



(A la izquierda de la escena suena un teléfono móvil. Lo coge LA CRIADA, que cesa de fregar. Contesta. De momento, no se oirá lo que dice)



EL ADUANERO: (Horrorizado) ¡Dios! ¡Qué indignidad! Se ha hecho usted la pedicura...Pero como es posible... Pero..., pero esto qué es? Pero esto qué es?



LA ACRIZ: (Interrumpiéndole) ¡Me lo temía, me lo temía! He vuelto a usar calcetines de nylon.



(LA CRIADA, que atiende al teléfono, empezará a sonreír excitada y divertida)



EL ADUANERO: ¡Qué monstruosidad! ¡Qué falta de respeto contra la estética debida! ¿Cómo ha podido suceder? ¿Cómo nos ha podido ocurrir esto?



LA ACTRIZ Y LA CRIADA: (LA ACTRIZ, angustiada; LA CRIADA, excitada) ¡Tenga piedad, tenga piedad!



EL ADUANERO: Lo siento, señorita, pero me ha defraudado.



LA ACTRIZ: (Indignada) ¡No!



LA CRIADA: (Al mismo tiempo, voluptuosa) ¡Sí!



EL ADUANERO: Ha traicionado, pisoteado, deshonrado, humillado mis expectativas, y después me ha cantado una nana! (LA ACTRIZ se cubre la cara con las manos)



LA CRIADA: Oh sí, sí, sí!



EL ADUANERO: (Serio) Dígame, por favor, ¿qué diablo ha sucedido?



LA CRIADA: (Siempre al teléfono y voluptuosa) No sea malo y yo seré buena...



LA ACTRIZ: (Se enjuga las lágrimas) Verá, un día me levanté, tomé café con leche, cogí el primer bus de la mañana y me di cuenta de que había huelga en los astilleros.



EL ADUANERO: Vaya, eso lo explica todo!



LA ACTRIZ: Comprenda que después de todo soy débil.



EL ADUANERO Y LA CRIADA: ¡Sí!



LA ACTRIZ: Y vulnerable.



EL ADUANERO Y LA CRIADA: ¡Sí, sí, sí!



LA ACTRIZ: (Compungida) La nueva tarifa metropolitana acabó de estropearme.



EL ADUNAERO: (Rotundo) Perdone si me quedo corto y si se lo digo tiernamente, madam, pero (Gritando)está hecha ni más ni menos que todo un adefesio.



LA CRIADA:(Rezongando y sacando la lengua) ¡Anda, tonto!...



lA ACTRIZ: (Gimiendo) Lo sé, lo sé.



EL ADUANERO: ¡Mire qué pintas! ¡Qué facha!



LA CRIADA: Aaaaaah!



LA ACTRIZ: ¡Si no le gusta, se chincha!



EL ADUANERO: (Con creciente ira) ¡Maldita sea! ¿No le da vergüenza?



LA ACTRIZ: (Secándose las lágrimas) Sí, es ridículo que los puerros hayan subido tanto!


EL ADUANERO: (Severo) No queda otra opción, señorita. Tendré que tomar medidas muy serias contra usted. (Observa el pie de LA ACTRIZ, que alza al aire)



LA CRIADA: Ayyy, mi vidaaaa, lo que tú quieraaaas!



EL ADUANERO: Primero le daré la mala noticia: mañana se esperan nubes y claros en el estrecho.



LA ACTRIZ: (Angustiada)Ay, no me atormente!



EL ADUANERO: Ahora la buena: Tendré que amputarle el pie.



LA ACTRIZ: (Aliviada) Oh, gracias a Dios!



EL ADUANERO: No llevará mucho tiempo y será una operación muy sencilla. Si se comporta como una dama refinada, le daré una piruleta.



LA ACTRIZ y LA CRIADA: (Al mismo tiempo) Hagame lo que desee. Soy parcialmente suya. (LA CRIADA deja su albornoz y se queda en traje de baño. Cuerpo grotesco)



EL ADUANERO: (Saca de su bolsillo un cincel) En primer lugar trabajaremos el pie, los muslos y las pantorrillas.



LA CRIADA: Sí, mi amor, lo que tú digas.



EL ADUANERO:...y con un poco de esmero y paciencia...



LA CRIADA: Sí, pies de cristal...



EL ADUANERO:...y si usted se porta bien...



LA CRIADA: ...y piernas de gacela.



EL ADUANERO:...volverá en poco tiempo, sin apenas esfuerzo y desde su domicilio,...



LA CRIADA: Pubis de ensueño, uyyy...



EL ADUANERO: ...a disfrutar y lucir sin reparo...



LA CRIADA: ...y mis pechitos, ¿te gustan mis pechitos?



EL ADUANERO: ...de una sana pero engañosa apariencia...



LA CRIADA:...los tiernos y turgentes pechitos de...



El ADUANERO: ¿Verdad que es tentador... (Junto a LA CRIADA) Miss Aramís! (LA ACTRIZ se echa las manos a la boca y crispa la expresión de su cara, como en un tormento. Al mismo tiempo, suena de nuevo un ruido de agua saliendo de la ducha. EL ADUANERO abre el grifo del lavapiés y empieza a lavarse la cara, el cuello y los antebrazos con energía) ¡Disculpe..., disculpe..., oh, perdonen..., comprendan..., sean buenos..., sin prisa..., sin pausa... (Sin cesar el sonido de la ducha, sigue lavándose)Qué pref...ere..., anest...local..., o pensi...n...com...eta?



(Solapado al ruido de la ducha, aunque más estridente, surge el ruido de un avión supersónico despegando, que evita que oigamos lo que dicen EL ADUANERO y LA CRIADA. Cesa el ruido del avión y progresivamente el de la ducha. LA CRIADA continúa fregando la mitad izquierda de la escena al ritmo de una música imaginaria)



EL ADUANERO: (Observando, inquietado, la parte superior de la escena) Calma, calma, ya pasó todo, todo acabó. Cesaron las hostilidades sobre la patria y nuestro cielo. (A LA ACTRIZ) Ahora déme su pie.



(LA ACTRIZ, que sigue conservando su rictus, toma el rollo de papel higiénico, lo desenrrolla y simula con una tira de papel en torno a su cuello un simulacro de estrangulamiento)



El ADUANERO: (Con rapidez) No, todavía no!



LA ACTRIZ: (Frustrada) Sólo quería un poco de muerte...



EL ADUANERO: Yo la puedo ayudar, pero espere.



LA ACTRIZ: (Desesperada) ¿A qué? ¿A quién?



EL ADUANERO: A madurar.



(La luz de la mitad izquierda va atenuándose. LA CRIADA, que irá quedándose a oscuras, cesa de fregar y se mantiene atenta a lo que sucede en la mitad derecha)



LA ACTRIZ: Lo siento, pero son mis principios: homenaje o muerte.



EL ADUANERO: (Con un gesto de su mano de arriba a abajo) Pero no así!



LA ACTRIZ: (Sollozando) ¡Qué desgracia!



EL ADUANERO Y LA CRIADA: (Al unísono) Es usted una mamarracha.



LA ACTRIZ: ¡Qué desdicha!



EL ADUANERO Y LA CRIADA: Esta nación merece algo mejor.



LA ACTRIZ: ¡Qué contrariedad!




EL ADUANERO Y LA CRIADA: Y usted pretendía escabullirse...




LA ACTRIZ: Oh perdón, perdón!



EL ADUANERO Y LA CRIADA: ...sin atender a nuestras normas cosméticas...



LA ACTRIZ: ¡Qué vulgaridad!



EL ADUANERO Y LA CRIADA: ...ni a la cuarentena debida...



LA ACTRIZ: ¿Cómo fui capaz?



EL ADUANERO Y LA CRIADA: ...con la barata y manida excusa de un multitudinario homenaje...



LA ACTRIZ: ¡Ah qué torpeza!



EL ADUANERO Y LA CRIADA:...que no merece en absoluto.



(Breve pausa)



LA ACTRIZ:(Tendiendo el pie a EL ADUANERO) Corte. Seccione. Ampute. Extirpe. Pero tenga cuidadito con el tobillito. Es mi orgullo, sabe?


EL ADUANERO: Oh, claro, faltaría más!



LA ACTRIZ: Tal vez así podré lograr algún día pisar su tierra y la cabeza de sus señorías.



EL ADUANERO: Pero antes tendrá que esfrozarse. Al homenaje de uno mismo se ha de ir humillado, embrutecido y tan asqueado de sí mismo que desee pasar inadvertido. En esta tierra, así lo entendemos, jovencita.



LA ACTRIZ: Oh no crea que albergaba otras pretensiones que la de asistir a mi homenaje, ver lo que pasaba y marcharme al instante.



EL ADUANERO: Aun así, carece usted de agallas...



LA ACTRIZ: Fue sin querer.



EL ADUANERO:...y de sentido de la cosmética. Entiendo que a una actriz estas cosas le suenen a chino. Pero los aduaneros somos expertos en la higiene y el cuidado personal de las cutículas.(Presumiendo) Sabe? Hice un cursillo dermoestético de contrabando. Como ve, no he perdido el tiempo. (Breve pausa) Déjese asesorar por todo un aduanero y descubra el fabuloso y rutilante mundo del que nunca debió de haber renegado.




(LA ACTRIZ toma la mano de EL ADUANERO y se dirigen ambos al centro del escenario al son de un redoble triunfal. De repente, se reanuda el ruido de agua de la ducha y EL ADUANERO se acongoja. Cauto, se pone en posición de guardia, mira a un lado y al otro de la escena con suspicacia mientras se dirige a la bañera en la que, finalmente, se introduce de un salto. Las luces se apagan.)





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