Galeano: un dilema.


Las venas abiertas de América Latina supuso el primer gran estudio de Eduardo Galeano (Montevideo, 1940) sobre la historia de Latinoamérica como demostración y a la vez denuncia de la situación del continente en aquel presente, algo lejano, que fue 1971, fecha de publicación de este relevante ensayo. La línea ideológica que sigue Galeano en este libro es clara y definitoria, además de ser una defensa a ultranza de la independencia económica de los países de la América no sajona, como objetivo esencial, a su vez, para una emancipación social de tutelas externas e internas.


Sin embargo, y a pesar de la ferviente voluntad que le lleva a exponer las lacras del pasado como medio para la recuperación de la dignidad en el porvenir, Galeano, amarrado hasta la contradicción a su tesis pesimista del desarrollo castrador de las naciones latinoamericanas, se resiste a creer la versión tradicional que da la historia "de la derecha" y, en consecuencia, otorga el beneficio de la duda a figuras tan controvertidas como Juan Manuel de Rosas o el "doctor" Francia, dos de los tiranos más vilipendiados de la historia del continente. El autor les salva de la hoguera de la leyenda negra y subraya los lorgos de sus particulares gobiernos que conservaron a sus respectivas naciones como "islas incontaminadas" de la fiebre atroz de las expediciones neocolonialistas inglesas y norteamericanas que entonces asfixiaban las inciativas sociales y económicas de las recién emancipadas naciones de América.


Por esta razón, vuelve a manifestarse el debate en torno al problema del desarrollo en Latinoamérica: la apuesta autárquica y paternalista de las tiranías unipersonales frente al perpetuo sometimiento al interés extranjero, no menos despótico. He aquí, pues, el cruel y amargo dilema que pesó tan temprano sobre los hombros flacos y hundidos del continente recién libertado y que tantos intelectuales latinoamericanos han evitado rehuir, dejando no pocas veces en su elección la piel y parte del alma de sus más honestas razones.


Galeano vuelve a plantear en esta excelente crónica de una muerte temprana, de acosos y derribos, de saqueos y maltratos, de cálices y heces, pero también en algunos ratos de luz y esperanza (espejismos tramposos la mayoría de ellos), la elección salomónica y la necesidad ineludible de jugar todas las cartas con pasión y convencimiento desde la trinchera elegida. Quizá desde esta exigencia moral sea más comprensible, aunque no menos discutible, los extraños márgenes en que por momentos suele tropezar Galeano en su noble denuncia de lo que tantas veces se silenció y ahora se da a conocer.


Pero apena pensar que la realidad de Latinoamérica solo pueda ser analizada hoy, como antaño, desde dos polos irreconciliables y que, en su defensa, se llegue a sacrificar la audacia y la capacidad de contrastar las propias ideas por una aciaga recapitulación del fracaso que obligue a funestas revisiones del pasado hasta el punto de indultar a tantos infames que contribuyeron, desde el exterior o desde el corazón de sus naciones, al largo dolor de la que Mario Benedetti reconoce como "Nuestra América".

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