Diccionario en balas: DESAPARECER

Pero dejamos
testigos.

La caja negra
conserva
el atestado,
la ganzúa
inútil frente
al farallón,
tierno todavía;
las tijeras
contra la sutura,
el fórceps
que nos alumbraría
el día que decidimos
adelgazar,
callar,
pasar,
quedar,
finalmente
sólo quedar
sobre la pista,
manos abajo,
ordenado ya
el despegue.

Prematuro,
en cueros,
un engendro.
No va.
No viene.
Llega,
aparece,
pero no,
no es
esto
que vence
nuestra derrota.
Ni eso
que no cuajó
cuando fallaron
los avisos
en la torre
de control.

Abortó.

Pero dejamos
deudores.

Necesarios aún
litros y litros
de anhídrido
en las expiraciones,
un instante
como un siglo
para desfibrilar
con pericia
ese cáncer
branquial
en las palabras.
No alborotar
en vano
al aire,
no eructar
cháchara
y adiestrarse
con esmero
en el uso
del torniquete
contra alaridos.

Olvidé
la sal
y abrir
el gas
y un dedal
de agua
de siemprevivas.
Y así,
¿cómo
cocinar
el hambre
infinita?
¿Cómo
reducir
dos tallas?

Morder el polvo
exige cuidados:
Vierta
un chorrito
de estricnina
sobre su sombra
y abrase
sin pudor
esa piel falaz
que la muerte
injerta en la luz
sin ser siquiera
muerte,
sino asma
en el alma.
Cierre poros.
No deje huella.
Guárdese
del cánido
delator,
de la estrella
acusadora.
Deje
para acabar
un grito
aterrador
en el vacío
ungular
de la bolsa
de la compra.
Y espere,
porque luego
está
el quizás
tan trillado
y el ruego.

Pues pedimos
desaparecer
y aún pedimos
demasiado.

Véase también: URNA. PARÉNTESIS. ÁNGEL DE LA GUARDA. CONTRAESPÍA. GAME OVER.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Fiesta (y 10)

La Fiesta (9)

La Fiesta (8)